Sonreír al tiempo.

¿Por qué  cuando estamos agusto con alguien observando el lugar más bonito en el que hayamos estado, el tiempo pasa tan rápido?, ¿Por qué las ascensiones que más cuestan se bajan más rápido?, ¿Por qué  lo que no nos gusta perdura mucho más en el tiempo?, ¿ Por qué  te llegan a marcar tanto los malos recuerdos, que temes crear nuevos?


 No entiendo por qué las cosas que son tan buenas duran tan poco.
Cuanto más mayores nos hacemos, más mundo vemos, comenzamos a desarrollar una rutina, todo se hace más familiar... Los días comienzan a parecer más similares entre sí y el tiempo vuela.  Se supone que comparado con la infancia, un adulto tiene menos experiencias y además menos memorables. A menudo medimos el tiempo con base en las “primeras veces”: nuestro primer día de escuela, nuestro primer beso, nuestra primera casa, nuestro primer hijo...

Al parecer empezamos primero con los días y las semanas se suavizan, los años se vuelven más huecos y sin sentido. Cuando revisamos con detalle nuestros recuerdos, eso sí, el momento parece durar más. Esto es lo que el neurocientífico David Eagleman dice al respecto en un artículo del New Yorker:

“Esto explica por qué pensamos que el tiempo se acelera conforme envejecemos, Eagleman afirma con relación a cómo los veranos de la infancia parecen eternos mientras que los de la edad adulta pasan en un suspiro. Cuanto más nos familiarizamos con el mundo que nos rodea, menos información necesita “escribir” tu cerebro y más tiempo parece pasar. El tiempo es algo elástico, gomoso, se estira cuando tu cerebro necesita invertir recursos en ello pero cuando piensa “ ¡Oh! , sin problema, esto ya me lo sé, lo tengo controlado", entonces se encoge".

Todas y cada una de las personas alguna vez han imaginado que tras ellos no pasa el tiempo, que no envejecen ni con el paso de los días. Cuando nacemos y empezamos a crecer nadie se para y cree en cuánto nos llevará llegar a algún lugar, aunque ya nos dan unas funciones predeterminadas que seguir. Nuestra forma de opinar no es perfecta, ni igual a otra, todos tenemos algo que nos hace especiales a los ojos de los demás y hay que expresarlo.
La máquina como tal se puede estropear, pero si no hay ningún impedimento se puede reparar, por mucho que cueste siempre podemos ser mejores tanto física como psicológicamente.

En conclusión, el tiempo pasará rápido, pero no llegará el momento en el que me rinda, seguiré luchando contra él, saliendo de la rutina, apreciando los buenos momentos y sin parar de soñar, porque si perdemos la esperanza terminaremos desapareciendo.

Sonreír al tiempo.

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