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~ LA MONTAÑA MUERTA ~
Capitulo I
~ Empezó la tormenta ~
Comenzamos nuestra expedición planificando cada etapa, como llevábamos haciendo prácticamente desde que tengo uso de razón, durante estos días los nervios no te dejan existir, sueñas y vives con esa sensación, recorriendo cada centímetro de tu cuerpo, para los que consideráis a la montaña como una parte de ti, sabéis de que sensación os hablo.
Tras varias semanas de preparativos ya estábamos listos para llevar a cabo nuestra ruta, recuerdo pasar la última semana preparando todo mi material, reponiendo y reuniendo todo lo necesario (la comida que debíamos transportar cada uno, el material conjunto y el individual, mapas, ropa...) todo parecía estar listo.
A la mañana siguiente comenzamos el día cargándolo todo en la furgoneta, imaginaros la pesadilla que es jugar al tetris con bolsas de ropa, equipo, mochilas y cajas.
Después de unos minutos de desasosiego y abstracción de la realidad que nos esperaba. Terminamos esa gran hazaña que es ordenar el maletero antes de una ruta. Revisamos la parte técnica de la furgoneta y nos pusimos en marcha.
Tras un viaje de un par de días conseguimos llegar al lugar que ya habíamos determinado que sería el comienzo de nuestra ruta a pié. Después de revisar nuestras opciones de aparcamiento, dejamos la furgoneta el sitio que consideramos propicio para la seguridad de nuestro vehículo y nos preparamos para pasar allí la noche.
De ese momento solo recuerdo empezar a colocar nuestras mochilas con lo que habíamos decidido que era crucial para los próximos días de ruta.
Continuamos según lo previsto, y tras ese par de días soleados que tuvimos al inicio de esta ruta y que nos ánimo a continuar, pasando monte tras monte, algún que otro rio, praderas con un color marrón Verduzco y valles con ciertos toques blancos por culpa de la poca nieve que seguía acumulada entre algunas de las piedras y la vegetación.
Llegamos al espacio en que en pocos días se iba a desarrollar nuestra historia, aquel sitio que se iba a convertir en nuestra cárcel particular.
Al despertar la mañana siguiente, con la luna todavía dibujada en el cielo comenzamos la ruta hasta la cima dejando en el campamento todo aquel material que no nos iba a hacer falta para realizar la hazaña que teníamos prevista. Íbamos con lo esencial, equipo, algo de comida y todas nuestras ganas de ver ese bellísimo lugar en el que nos encontrábamos desde el punto más alto.
Nos pusimos en marcha y desde lo lejos con la luz de la luna, todavía se podía apreciar nuestra pequeña tienda que había sido nuestro refugio durante la noche. A mitad de camino empezaron a salir los primeros rayos del sol de ese día que empezaba a despertar.
Nos costó más de lo que habíamos pensado llegar hasta la cima de aquella montaña, tanto a nivel físico como . Como sí a la misma vez, subiera con nosotros una fuerza que en vez de ayudarnos a sumar pasos nos los restará.
En mitad del camino de vuelta al campamento nos dimos cuenta de que algo raro se podía percibir en el entorno. No supimos que era hasta que ya fue tarde, a pocos metros de la llegada al campamento encontramos varios símbolos antiguos tallados en algunas piedras semi enterradas en el suelo. Símbolos que ni yo ni mi compañero de aventuras habíamos visto nunca.
Con aquel momento de incertidumbre causado por aquellos símbolos, de los cuales no conocíamos su significado.
Continuamos hasta la zona donde habíamos colocado nuestra tienda y el resto del equipo, todo parecía en orden. Desde fuera la tienda estaba intacta, justo antes de entrar y después de dejar las mochilas a un lado de la tienda nos percatamos de un olor muy fuerte que parecía salir de dentro. Como si un animal hubiera hecho sus necesidades en nuestra zona de descanso.
Nos dispusimos a abrirla, eso si tomando precauciones por si aquel animal todavía se encontrase dentro.
Tras abrir, todas nuestras preocupaciones se desplomaron junto con nuestro cansancio. Todo dentro estaba igual que lo habíamos dejado esa mañana. Y después de hablar sobre lo que nos había ocurrido durante la ruta nos preparamos para pasar la noche.
En mitad de la noche nos despertamos sobresaltados por la culpa de una feroz tormenta que nos envolvía completamente.
Intentamos volver a conciliar el sueño pero nos fue imposible, en un momento de la noche salí a mear, bajo la tormenta.
Al salir divisé una luz brillante que parpadeaba, avise a mi compañero y salí en busca de eso que parecía estar enviando mensajes de SOS debajo de esa tormenta infernal.
Al llegar al punto del cual salía la luz encontré a un señor que se había perdido, la tormenta lo había confundido y no conocía el camino de vuelta.
Iba vestido con la misma ropa de alpinismo que utilizaba mi abuelo para realizar las excursiones al monte, decidí ayudarlo y llevarlo a nuestra tienda.
En cuanto llegamos la tormenta ya casi se había detenido y sin previo aviso entramos a la tienda en la que se encontraba mi compañero Félix.
Mientras yo salía en busca esa luz parpadeante que pedía socorro en mitad de la noche, Félix se quedaba esperando dentro de la tienda inquieto y aguardando preparándose mentalmente para cualquier situación, revisando el exterior por si hubiera alguna señal que le hiciera entrar en acción.
Solo llevábamos un walkie talkie junto al botiquín, por si lo tuviéramos que usar en caso de emergencia y esta situación era justo el principio de una.
Félix encendió el walkie talkie...
- ¡Hola! , Hay alguien a la escucha?
- Aquí Félix desde la base de la Montaña Muerta.
- Ahí alguien ahí?....
Después de seguir repitiendo varias veces este mensaje, no hubo respuesta. Lo único que se escuchaba en la radio era un ruido de estática muy desagradable.
Cada 5 minutos Félix volvía a repetir el mismo mensaje pasando de canal en canal y alternando las frecuencias.
Al terminar cada mensaje, apuntaba en su vieja libreta de ruta los dígitos de la frecuencia de radio que ya había probado y continuaba con esa ardua pero crucial tarea que él mismo se había encomendado.
Algo andaba mal, ¡¡Era imposible!! No se recibía nada, como si a nuestro alrededor los grupos y campamentos que vimos desde la cima de aquella montaña se hubiesen esfumado con la tormenta.
Después de 45 minutos de espera Félix dejó de ver la luz parpadeante, que me había llevado a salir en mitad de esa tormenta, había desaparecido sin dejar rastro. El no sabía si era bueno o malo pero seguro que era un avancé.
Encendió el infiernillo y puso un poco de agua a hervir, para que cuando yo llegara del lugar donde se producían las señales, me encontrara con algo de sopa caliente que llevarme a la boca.
Cuando llegue con el señor que encontré bajo la tormenta a la tienda, Félix seguía intentando comunicarse con alguien a quien poder pedir auxilio, pero continuaba sin respuesta.
Abrimos dando un pequeño susto a mi compañero que parecía aliviado de volver a verme sano y salvó.
Dejamos la ropa mojada fuera y nos metimos dentro en busca de un poco de calor que nos ayudará a desentumecer nuestros cuerpos fríos por la tormenta.
Los primeros minutos fueron algo incómodos Félix y yo nos quedamos observando a esa persona que había aparecido de la nada, Félix dándole un poco de sopa caliente se dirigió a él.
- Mi nombre es Félix, ¡Encantado!....
El extraño señor no contestó, se encontraba completamente inmerso en la sopa.
Félix insistió;
- ¿Se encuentra bien?, ¿Está Herido?, ¿Dónde está su campamento?
Después de estas preguntas el señor miró por encima de la taza y continuó como si no fuera con él.
En ese momento Félix se dirigió a mi;
-¿Xavier que ha ocurrido, ahí fuera?
Le conté lo que había sucedido y que las únicas frases que él había articulado; eran explicando que se había perdido y que no encontraba el camino de vuelta.
Tras la comida caliente y un par de barritas, empezamos a interrogarlo.
Pregunta tras pregunta el señor comenzó a explicarnos que le había sucedido, porque había llegado a estar perdido en medio de esa tormenta.
Y empezamos a resolver ciertas dudas. El señor nos contó que se llamaba Alexander pero le llamaban "Sasha".
Y pertenecía a un grupo de nueve personas más su guía, su plan de ruta era llegar a una montaña cercana llamada "Gora o" y bajar esquiando.
Pero en el transcurso de la ruta un componente del grupo decidió abandonar la expedición por culpa de una lumbalgia él y otro compañero lo ayudaron a volver al aparcamiento.
Nos explicó que su grupo se había quedado acampado cerca de la zona donde le había encontrado y que tuvo que salir corriendo de allí.
Capitulo II
~ El campamento de Sasha ~
Dentro de la tienda y con el ambiente confortable, que habíamos logrado crear después de la adrenalina y el temor.
A escasos minutos del amanecer Sasha continuaba respondiendo a nuestras preguntas sin omitir ningún mínimo detalle, él nos contó que trabajaba como profesor en una universidad de una ciudad cercana y que algunas de las personas de su grupo eran estudiantes que estaban a su cargo.
Por eso fue uno de los elegidos para volverse junto con la persona que decidió abandonar la expedición a causa de la lumbalgia.
- Tardamos dos días en volver al aparcamiento...
- Y nos tomó otros dos en llegar de nuevo al campamento. En el aparcamiento cogimos víveres del coche y después de que vinieran a recoger a mi estudiante.
- Reiniciamos la ruta, sabíamos que no podíamos finalizar con la meta que nos habíamos marcado que era bajar el "Gora o" esquiando.
- Pero no importaba ni lo más mínimo, ya que las vistas hasta el campamento merecían la pena.
Con los primeros rayos de sol en el horizonte, nos propusimos descansar un poco, ya que todos nos encontrábamos algo cansados después de haber pasado esa noche no apta para cardíacos.
Me metí en el interior de mi saco, e intenté dormir pero me resultó imposible, me encontraba inquietó con dudas que no me había atrevido a preguntar a nuestro amable, raro un tanto siniestro huésped.
No paraba de pensar en el hombre que había ayudado a Sasha durante el trayecto adicional de vuelta al aparcamiento y de regreso a su campamento.
¿Dónde estaba?...
Me preguntaba una y otra vez porque un hombre de aproximadamente unos 50 años que parecía estar cuerdo, saldría en mitad de la noche y dejando atrás la comodidad de su propia tienda en mitad de una tormenta así, con prácticamente lo puesto y una linterna.
Al final, caí rendido dentro del saco y me desperté después de unas horas por culpa del Sol que cubría al completo nuestra tienda. Félix estaba junto a mi trasteando con la radio, intentando averiguar porque no conseguía recibir ningún tipo de señal.
Sasha se encontraba fuera de la tienda sentado en la apertura de salida, mirando al horizonte como si buscara algo silenciosamente.
Tras un par de minutos para desperezarse, entre susurros le dije a Félix sin perder ojo a Sasha.
- Oye...
- ¡Dime! ¿Qué pasa?, ¿Por qué susurras?
- No quiero que me oiga, ¿Crees que nos ha dicho la verdad?
- Estaba asustado, ¿por qué iba a mentirnos? Le estamos ayudando.
- Es muy extraño, encontrar a alguien solo en medio de la nada pidiendo auxilio con una linterna... ¿No crees?
- ¿Qué insinúas?
- Es probable que ya nos hubiera visto antes de la tormenta y que supiera que nos encontrábamos aquí...
- No sé, alomejor exageras, se le veía desesperado cuando lo trajiste.
- No se... Hay algo que no me encaja, tengamos cuidado con él.
De repente entró Sasha a la tienda en busca de comida, ya casi no nos quedaba nada, teníamos comida para un día más, ya que ahora Sasha era una boca más que alimentar.
Esto no entraba dentro de nuestros planes, deberíamos de estar de vuelta al aparcamiento.
En vista de nuestra actual situación y después de debatirlo durante unos minutos, empezamos a recoger el campamento y nos preparamos para el viaje de vuelta.
Sasha nos sugirió desviarnos un par de kilómetros para ir en busca de su campamento y así poder ayudarlo a regresar con su grupo.
Félix y yo pensamos que en su campamento seguro que tendrían comida de sobra que pudieran darnos para los dos días que tardaríamos en regresar y aceptamos.
Cargando con nuestras mochilas continuamos nuestro camino de vuelta, dejando atrás la Montaña Muerta.
En un momento dado, eché la vista al suelo y junto a un hito encontré otra de esas piedras con un símbolo estampado.
Paré y grité llamando la atención de mis acompañantes con un grito sordo.
- ¡Parad!... ¡Félix mira, aquí hay otra!...
Félix se acercó, arrancando una hoja de su libreta y con un lapicero calco rayando el símbolo en el papel.
Después de grabar el símbolo en el papel nos dispusimos a continuar.
En el camino Félix y yo caminábamos a la par, Sasha muy callado nos guiaba en el frente hasta su campamento.
- ¿Qué crees que significa? Pregunte a Félix que inspeccionaba el dibujo mientras caminaba junto a mi.
- No lo sé, podría ser algo parecido a un hito para marcar el camino.
Poco a poco en el horizonte del camino empezó a elevarse una niebla muy espesa, tanto que tuvimos que acelerar el paso para no perder a Sasha, que seguía por el camino como si nada.
Al cabo de unos minutos Sasha se dirigió a nosotros con un cierto miedo en su voz.
- Chicos deberíamos de parar y esperar a que escampe.
- Sí, estoy de acuerdo afirme.
Montamos la tienda y esperamos durante horas, durante este tiempo utilizamos la radio para intentar informar a alguien de nuestra posición. Sin llegar a conseguirlo.
Al atardecer me canse de esperar, decidí salir a reconocer la zona sin perder de vista la tienda. Después de una hora intentando ver más allá de esa niebla tan espesa regresé con mis compañeros.
Tras varias horas y entrada la noche me desperté, con ganas ir al baño.
Al salir de la tienda un olor fuerte y desagradable me obligó a cerrar de golpe la cremallera de apertura. Mire a mis compañeros que seguían plácidamente dormidos.
Pensé en contárselo pero recordé que algo parecido ya había sucedido antes asique no le dí importancia.
Antes de salir, me cubrí nariz y boca con una camiseta que llevaba de sobra. Ya en el exterior de la tienda todo parecía normal, excepto ese pestilente olor que me envolvía por completo. Tras hacer mis necesidades, percibí una serie de luces tras una peña cercana.
Y fui a investigar. A medida que me acercaba el olor se intensificaba, cuando llegué rodee la formación rocosa con cautela. Al otro lado pude ver con cierto desarreglo una apertura subterránea rodeada de material de alpinismo y acampada impregnado de algo que parecía... "¡Sangre!".
En el interior de la tienda, todavía se encontraban Félix y Sasha durmiendo plácidamente.
Al intentar darse la vuelta dentro de la estrecha bolsa de tela gigante, Felix noto que su compañero Xavier no se encontraba junto a él dentro del saco contiguo, como cabía de esperar.
Tras varios minutos de espera pensativo dentro del saco, se levantó exaltado buscando alguna pista de la ubicación de su amigo.
Al ponerse las botas y cubrirse con ropa de abrigo se dispuso a salir. Abrió la cremallera esperando encontrar alguna pista de la localización de su amigo.
Pero no había ni rastro de él.
Aterrorizado, Xavier alejándose de la escena que había contemplado. Intentando volver sobre sus pasos, no podía creerlo.
Al cabo de un rato sin parar de correr en dirección al lugar donde creía que se ubicaba la tienda. Concluyó que el campamento donde se encontraban sus compañeros dormidos plácidamente no se encontraba tan lejos.
Tras peinar el lugar varias veces, en distintos sentidos se detuvo, desesperado, esperando un movimiento, ruido o señal. Que diera a conocer la posición de alguno de sus amigos y que aclarase el mar de dudas donde se encontraba.
¡Ha desaparecido!
Estaba aquí; ¿Dónde están?; ¡Sé han marchado!; ¿Sin mí? .
Mientras tanto.
Félix y
Sasha buscaban a Xavier en las inmediaciones del campamento gritando su nombre esperando que no le hubiera ocurrido ninguna desgracia. Al ver los primeros rayos de sol de la mañana la confusión se
disipó junto con la niebla, pero las dudas y el miedo no dejaban de crecer al no conseguir ver ni rastro de su compañero Xavier, que al principio de la noche se encontraba junto a ellos.
Tras varias horas de búsqueda, ahora sin la luz de una linterna consiguieron encontrar un rastro de pisadas de un pie más pequeño que el de su amigo y que no llevaban a ningún lado. Desapareciendo por arte de magia.
Mientras tanto Xavier seguía perdido, desorientado y un poco mareado por el hedor que lo rodeaba desde hacía horas. Sumido en una noche que no parecía llegar a su fin.
Continuara...
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