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Bajo las estrellas.

Todo estaba dispuesto para dar ese gran paso, hacer una ruta preciosa en la que poder ver la grandiosidad de esa montaña.
Iniciamos un duro ascenso por la culpa del viento, a medida que subíamos cumbre tras cumbre, nuestra emoción llegaba a ese clímax de fascinación y esplendor que tan ansiosamente fuimos a buscar. Las subidas eran unicas y los descensos reparadores, confiábamos en nuestras capacidades, literalmente nos encontrábamos en lo mas alto.
El dia había pasado casi en su totalidad, las prisas por huir de la noche aparecieron, al igual que las ganas de marchar; nuestros walkies no paraban de sonar, alguno de los otros equipos iba a llegar al coche para poder así parar y descansar.
Empezamos a fantasear, pues algo caliente hubiéramos necesitado para poder así desafiar sin cuartel lo que iba a convertirse en la lucha mas dura, posiblemente de nuestras vidas.
La esperada noche nos arropó como una madre a un hijo, dándonos las buenas noches en ese paraje frío, oscuro, seco y peligroso en el cual nos encontrábamos.
Al cabo de una hora la desesperación se iluminaba a nuestros pies con las luces de nuestros frontales, el miedo empezó a aparecer en nuestros cuerpos inducido por las ultimas chispas de razón y esperanza de ese momento en el que nos encontrábamos.
Pasaron las horas y nuestro mayor enemigo era el agotamiento, pues habiamos andado durante  tres horas desde que el sol había desaparecido.
Paso a paso el fin de esta ruta parecía no llegar hasta que caminos de huellas en el suelo nevado nos ayudaron a continuar. Mientras seguíamos esas huellas no parábamos de pensar: ¿De quienes serán estas huellas?, ¿Llegaran al aparcamiento?, ¿Deberíamos seguirlas?...
Al cabo de un rato las dudas se convirtieron en esperanza e incluso podías llegar a ver a las personas que habían dejado esas huellas haciendo el camino junto a ti.
Seguimos andando y sufriendo poco a poco lo que conlleva tal nivel de cansancio en el cuerpo humano.
Tras conseguir la información que necesitábamos para continuar con ayuda de grandes amigos a los que se podría decir que debes mas que tu vida, logramos vencer y llegar al aparcamiento en el cual nada mas pisarlo, nos tumbamos a mirar las estrellas de esa gran noche, las cuales nos guiaron, acompañaron y observaron durante toda nuestra aventura extrema.

Sonreír al tiempo.

¿Por qué  cuando estamos agusto con alguien observando el lugar más bonito en el que hayamos estado, el tiempo pasa tan rápido?, ¿Por qué las ascensiones que más cuestan se bajan más rápido?, ¿Por qué  lo que no nos gusta perdura mucho más en el tiempo?, ¿ Por qué  te llegan a marcar tanto los malos recuerdos, que temes crear nuevos?


 No entiendo por qué las cosas que son tan buenas duran tan poco.
Cuanto más mayores nos hacemos, más mundo vemos, comenzamos a desarrollar una rutina, todo se hace más familiar... Los días comienzan a parecer más similares entre sí y el tiempo vuela.  Se supone que comparado con la infancia, un adulto tiene menos experiencias y además menos memorables. A menudo medimos el tiempo con base en las “primeras veces”: nuestro primer día de escuela, nuestro primer beso, nuestra primera casa, nuestro primer hijo...

Al parecer empezamos primero con los días y las semanas se suavizan, los años se vuelven más huecos y sin sentido. Cuando revisamos con detalle nuestros recuerdos, eso sí, el momento parece durar más. Esto es lo que el neurocientífico David Eagleman dice al respecto en un artículo del New Yorker:

“Esto explica por qué pensamos que el tiempo se acelera conforme envejecemos, Eagleman afirma con relación a cómo los veranos de la infancia parecen eternos mientras que los de la edad adulta pasan en un suspiro. Cuanto más nos familiarizamos con el mundo que nos rodea, menos información necesita “escribir” tu cerebro y más tiempo parece pasar. El tiempo es algo elástico, gomoso, se estira cuando tu cerebro necesita invertir recursos en ello pero cuando piensa “ ¡Oh! , sin problema, esto ya me lo sé, lo tengo controlado", entonces se encoge".

Todas y cada una de las personas alguna vez han imaginado que tras ellos no pasa el tiempo, que no envejecen ni con el paso de los días. Cuando nacemos y empezamos a crecer nadie se para y cree en cuánto nos llevará llegar a algún lugar, aunque ya nos dan unas funciones predeterminadas que seguir. Nuestra forma de opinar no es perfecta, ni igual a otra, todos tenemos algo que nos hace especiales a los ojos de los demás y hay que expresarlo.
La máquina como tal se puede estropear, pero si no hay ningún impedimento se puede reparar, por mucho que cueste siempre podemos ser mejores tanto física como psicológicamente.

En conclusión, el tiempo pasará rápido, pero no llegará el momento en el que me rinda, seguiré luchando contra él, saliendo de la rutina, apreciando los buenos momentos y sin parar de soñar, porque si perdemos la esperanza terminaremos desapareciendo.

Sonreír al tiempo.

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Playa del silencio